jueves, 15 de diciembre de 2011

MANEJO DEL TRASTORNO DE PÁNICO

A continuación, de entre las distintas formas clínicas del trastorno de
ansiedad, nos centraremos en el trastorno de pánico, como forma incidente
de aparición en Atención Primaria.
El trastorno de pánico (o crisis de angustia) supone la aparición de un
ataque de ansiedad espontáneo, de comienzo agudo y brusco y con una
duración breve. El desencadenante no es reconocible o identificable.
El sujeto va sentir una fuerte aprensión con temor intenso junto a las
manifestaciones somáticas características del trastorno de ansiedad.
El sujeto va a referir sensación de pérdida de control e incluso sensación
de muerte inminente y, en algunas ocasiones, puede aparecer sensación de
extrañeza hacia sí mismo, aunque no debemos olvidar que los síntomas
son egodistónicos.
Dado que es frecuente la asociación por parte del sujeto de estos
síntomas con determinadas manifestaciones de una enfermedad orgánica
grave, por regla general van a acudir al Centro de Salud con carácter
urgente.
Este trastorno es muy incapacitante ya que limita la actividad social y
laboral, produciendo frecuente absentismo laboral y un alto coste en la
asistencia sanitaria. El sujeto puede llegar a requerir la presencia
permanente de otra persona que le proporcione seguridad.

7.1. Etiología


Los estudios sobre heredabilidad no son concluyentes.
Existe un factor etiológico biológico añadido a factores predisponentes,
como determinados acontecimientos vitales.

7.2. Epidemiología


La prevalencia de los trastornos de pánico se sitúa en torno al 3% de la
población, siendo dos veces más frecuente en mujeres.

7.3. Valoración


No suele transcurrir más de 10 minutos desde el comienzo de un crisis y
su terminación, tras la cual persiste cierta sensación de debilidad y no es
extraño que la persona que la padece asocie la situación en que se
encontraba con la misma crisis y con ello se inicie una conducta más o
menos manifiesta de evitación frente a esos estímulos o situación.
En realidad, al menos el 70% de los pacientes que padecen crisis de
angustia, presentan algún grado de evitación fóbica hacia hechos o
situaciones específicas, como espacios cerrados, multitudes, transportes
públicos, etc. Por otra parte, estos pacientes suelen presentar ansiedad
anticipatoria y exceso de preocupación por todo.


Dentro de la valoración del sujeto con posible crisis de ansiedad, se
procede en primer lugar a identificar si existe un perfil característico como el
descrito o bien si existe un trastorno orgánico paroxístico que realmente
suponga un riesgo grave para el mismo sujeto, como podría ser alguna
patología cardíaca.


En general, es recomendable la realización de un electrocardiograma,
especialmente cuando no se conoce al sujeto o si es la primera crisis.
Existen algunas enfermedades que pueden cursar con hiperactividad
vegetativa y que imitan la sintomatología ansiosa, como puede ser el infarto
agudo de miocardio, la abstinencia de alcohol o sedantes, la hipoglucemia,
embolismo pulmonar, hipoxia, hipertiroidismo, etc.
Centrándonos en los patrones psicosociales, deberemos buscar la
presencia de un estresor identificable.

7.4. Tratamiento


Farmacológico:


Se puede utilizar la combinación de ansiolíticos, en forma de
benzodiacepinas (alprazolam, clonacepam y diacepam) y antidepresivos
ISRS (como primera elección), tricíclicos e IMAO.
La forma de administración de las benzodiacepinas puede ser por
vía oral, siendo la dosis de 5-20 mg/día en el caso del diacepam, ó de 3
a 10 mg/día en caso del loracepam. El loracepam, por su parte, no
requiere apenas metabolización hepática.


Psicoterapéutico:


En primer lugar es recomendable informar ordenadamente y de
forma asequible al sujeto acerca de su padecimiento (evitando
expresiones como “tranquilo”, “no tienes nada”, “intenta calmarte”, “no es
nada”).
La mejor forma de proporcionar apoyo y seguridad a la persona es:
• Explicarle que entendemos su problema.
• No juzgarle.
• Demostrarle aceptación respetando sus formas de
expresión.
• Ofrecerle nuestra ayuda (para cuando la necesite).
En segundo lugar, deberemos ayudar a identificar fuentes
provocadoras del estado actual.
Una de las primeras estrategias que se deben tener en cuenta en
situaciones de estrés es que la sobrecarga de estímulos puede
aumentar la intensidad y frecuencia de las respuestas; para evitarlo es
aconsejable eliminarlos o reducirlos. Son algunos ejemplos de estos
estímulos:
• Ruidos.
• Luz (tanto la luz intensa como una luz demasiado escasa).
• Temperaturas extremas (calor o frío).
• Contacto con otras personas con ansiedad.
Cuando se aprecia hiperventilación, sensaciones de globo en
garganta y signos de tetania periférica, como parestesias, signo de
Chvostek y otros de hiperexcitabilidad neuromuscular, es eficaz la
aplicación de una mascarilla o utilizar una bolsa de papel donde el
paciente debe respirar para reducir la hipocapnia y la alcalosis
secundaria a la hiperventilación.
Concominantemente, hay que invitar al paciente a que respire
lentamente, que cierre los ojos, se mantenga estirado y practique
maniobras de relajación simples durante al menos 15 minutos.


Técnicas Terapéuticas:


Técnicas que van encaminadas a modificar comportamientos del
individuo una vez se recupera del episodio agudo y es capaz de acudir
de nuevo a la consulta. Pueden ser eficaces:
• Técnicas de relajación.
• Técnicas de desensibilización sistemática (expresión y
control gradual de los estímulos ansiógenos) y técnicas de
afrontamiento efectivo.
Muy indicadas en caso de que hayan aparecido síntomas fóbicos
leves. Durante estas técnicas no deberían utilizarse benzodiacepinas. A
lo sumo, si fueran necesarias, no deberían sobrepasar los 5 mg de
Diacepam, 1 mg de Alprazolan o 1 mg de Lorazepan (o dosis
equivalentes de otros fármacos). Además, en estos casos, las sesiones
deberían realizarse lo más alejadas posible de la toma, al menos 6-8
horas. No va a influir en la eficacia de las técnicas la toma de
antidepresivos tricíclicos o ISRS.
• Psicoterapia individual de apoyo (derivación a Psicología).
• Tratamiento cognitivo-conductual (derivación a Psicología
o a Psiquiatría).
En Atención Primaria, en el caso de la mayoría de los pacientes con
unos determinados criterios de inclusión (por debajo de 40-45 años, con
nivel cultural mínimo de estudios secundarios o similares, con un grado
de motivación medio y dispuestos a ser tratados) para un seguimiento
en la consulta se puede intentar realizar:
• Intervención individual.
• Intervención en grupos.
En este caso las sesiones se dividirán en:
Una 1ª sesión (30 minutos). Se incluirá Información sobre la
enfermedad. Se pueden realizar técnicas de relajación rápida y técnicas
urgentes para salir adelante.
Pasados 20 días, 2ª sesión (25 minutos): Realización de técnicas de
autoinstrucciones.
Pasados 20 días, 3ª sesión (25 minutos): Se realizará una revisión y
prevención de recaídas.
Pasados 6 meses, 4ª sesión (30 minutos): Se realiza una revisión de
resultados.

7.5. Criterios de derivación al hospital


1. Trastornos agorafóbicos acompañantes.
2. Trastorno obsesivo-compulsivo.
3. Trastorno por estrés postraumático.

7.6. Diagnósticos de enfermería


Para elaborar alguno de los siguientes juicios clínicos enfermeros es
necesario considerar, en primer lugar, que hay seguridad de que la
ansiedad no es una manifestación de otro problema o diagnóstico, y en
segundo lugar, que se tiene en cuenta que la enfermera posee plena
facultad y autonomía para actuar sobre las causas o factores relacionados.
Algunos de los Diagnósticos de enfermería que se pueden emitir en la
urgencia son:
• Ansiedad
• Temor
• Impotencia
• Desesperanza
• Afrontamiento ineficaz
• Deterioro de la adaptación
• Patrón respiratorio ineficaz
Cada uno de los diagnósticos puede tener una o varias de las
manifestaciones clínicas siguientes:
- Expresión de preocupaciones debidas a cambios en
acontecimientos vitales.
- Expresión de incapacidad para afrontar la situación o para pedir
ayuda.
- Conducta destructiva hacia sí mismo o hacia los demás.
- Expresiones fisiológicas o conductuales de ansiedad.
- Empleo de formas de afrontamiento que impiden una conducta
adaptativa.
- Abuso de agentes químicos.
- Informe de aprensión, terror, pánico, etc.
- Conductas de evitación o ataque.
- Relaciones interpersonales conflictivas.
- Ideación suicida.
- Lenguaje verbal o corporal amenazante.

7.7. Objetivos terapéuticos del plan de cuidados


La persona:
• Identificará factores (ambientales, fisiológicos o psicológicos) que le
ocasionan ansiedad o estrés.
• Informará de los principales síntomas secundarios a las situaciones
de ansiedad.
• Reconocerá sus propios síntomas o manifestaciones de estrés y las
posibles causas.
• Aumentará el sentimiento de control sobre los problemas o
situaciones estresantes.

7.8. Actividades de enfermería


• Se apoyará en las técnicas de afrontamiento que hayan sido útiles en
alguna ocasión o se intentará con aquellas que no se hayan
empleado. En todo caso se marcarán objetivos fácilmente
alcanzables para ir reforzando los logros.
• En caso de riesgo de autolesión o suicidio, extremar la vigilancia,
atención a sus mensajes tanto verbales como no verbales, supervisar
la toma de tratamiento pautado, etc.
• Identificar los desencadenantes de esta situación.
• Utilizar las técnicas apropiadas tanto para las manifestaciones de
ansiedad y temor, como para la adquisición de habilidades para
afrontar los desencadenantes.
• Canalizar la tensión hacia los ejercicios de relajación, técnicas de
respiración, etc.
• Según el origen de la ansiedad aplicar los métodos apropiados en
colaboración con otros miembros del equipo.

7.9. Intervenciones según la taxonomía NIC


• Disminución de la ansiedad (5820).
• Aumentar la seguridad (5380).
• Técnicas para calmar (5880).
Otras intervenciones posibles desde la taxonomía NIC:
• Apoyo emocional (5270).
• Reestructuración cognitiva (4700).
• Terapia de relajación simple (6040).
• Control de la conducta (4350).
• Control de la conducta: autolesión (4354).

MANEJO DEL TRASTORNO DE PÁNICO

A continuación, de entre las distintas formas clínicas del trastorno de
ansiedad, nos centraremos en el trastorno de pánico, como forma incidente
de aparición en Atención Primaria.
El trastorno de pánico (o crisis de angustia) supone la aparición de un
ataque de ansiedad espontáneo, de comienzo agudo y brusco y con una
duración breve. El desencadenante no es reconocible o identificable.
El sujeto va sentir una fuerte aprensión con temor intenso junto a las
manifestaciones somáticas características del trastorno de ansiedad.
El sujeto va a referir sensación de pérdida de control e incluso sensación
de muerte inminente y, en algunas ocasiones, puede aparecer sensación de
extrañeza hacia sí mismo, aunque no debemos olvidar que los síntomas
son egodistónicos.
Dado que es frecuente la asociación por parte del sujeto de estos
síntomas con determinadas manifestaciones de una enfermedad orgánica
grave, por regla general van a acudir al Centro de Salud con carácter
urgente.
Este trastorno es muy incapacitante ya que limita la actividad social y
laboral, produciendo frecuente absentismo laboral y un alto coste en la
asistencia sanitaria. El sujeto puede llegar a requerir la presencia
permanente de otra persona que le proporcione seguridad.

7.1. Etiología


Los estudios sobre heredabilidad no son concluyentes.
Existe un factor etiológico biológico añadido a factores predisponentes,
como determinados acontecimientos vitales.

7.2. Epidemiología


La prevalencia de los trastornos de pánico se sitúa en torno al 3% de la
población, siendo dos veces más frecuente en mujeres.

7.3. Valoración


No suele transcurrir más de 10 minutos desde el comienzo de un crisis y
su terminación, tras la cual persiste cierta sensación de debilidad y no es
extraño que la persona que la padece asocie la situación en que se
encontraba con la misma crisis y con ello se inicie una conducta más o
menos manifiesta de evitación frente a esos estímulos o situación.
En realidad, al menos el 70% de los pacientes que padecen crisis de
angustia, presentan algún grado de evitación fóbica hacia hechos o
situaciones específicas, como espacios cerrados, multitudes, transportes
públicos, etc. Por otra parte, estos pacientes suelen presentar ansiedad
anticipatoria y exceso de preocupación por todo.


Dentro de la valoración del sujeto con posible crisis de ansiedad, se
procede en primer lugar a identificar si existe un perfil característico como el
descrito o bien si existe un trastorno orgánico paroxístico que realmente
suponga un riesgo grave para el mismo sujeto, como podría ser alguna
patología cardíaca.


En general, es recomendable la realización de un electrocardiograma,
especialmente cuando no se conoce al sujeto o si es la primera crisis.
Existen algunas enfermedades que pueden cursar con hiperactividad
vegetativa y que imitan la sintomatología ansiosa, como puede ser el infarto
agudo de miocardio, la abstinencia de alcohol o sedantes, la hipoglucemia,
embolismo pulmonar, hipoxia, hipertiroidismo, etc.
Centrándonos en los patrones psicosociales, deberemos buscar la
presencia de un estresor identificable.

7.4. Tratamiento


Farmacológico:


Se puede utilizar la combinación de ansiolíticos, en forma de
benzodiacepinas (alprazolam, clonacepam y diacepam) y antidepresivos
ISRS (como primera elección), tricíclicos e IMAO.
La forma de administración de las benzodiacepinas puede ser por
vía oral, siendo la dosis de 5-20 mg/día en el caso del diacepam, ó de 3
a 10 mg/día en caso del loracepam. El loracepam, por su parte, no
requiere apenas metabolización hepática.


Psicoterapéutico:


En primer lugar es recomendable informar ordenadamente y de
forma asequible al sujeto acerca de su padecimiento (evitando
expresiones como “tranquilo”, “no tienes nada”, “intenta calmarte”, “no es
nada”).
La mejor forma de proporcionar apoyo y seguridad a la persona es:
• Explicarle que entendemos su problema.
• No juzgarle.
• Demostrarle aceptación respetando sus formas de
expresión.
• Ofrecerle nuestra ayuda (para cuando la necesite).
En segundo lugar, deberemos ayudar a identificar fuentes
provocadoras del estado actual.
Una de las primeras estrategias que se deben tener en cuenta en
situaciones de estrés es que la sobrecarga de estímulos puede
aumentar la intensidad y frecuencia de las respuestas; para evitarlo es
aconsejable eliminarlos o reducirlos. Son algunos ejemplos de estos
estímulos:
• Ruidos.
• Luz (tanto la luz intensa como una luz demasiado escasa).
• Temperaturas extremas (calor o frío).
• Contacto con otras personas con ansiedad.
Cuando se aprecia hiperventilación, sensaciones de globo en
garganta y signos de tetania periférica, como parestesias, signo de
Chvostek y otros de hiperexcitabilidad neuromuscular, es eficaz la
aplicación de una mascarilla o utilizar una bolsa de papel donde el
paciente debe respirar para reducir la hipocapnia y la alcalosis
secundaria a la hiperventilación.
Concominantemente, hay que invitar al paciente a que respire
lentamente, que cierre los ojos, se mantenga estirado y practique
maniobras de relajación simples durante al menos 15 minutos.


Técnicas Terapéuticas:


Técnicas que van encaminadas a modificar comportamientos del
individuo una vez se recupera del episodio agudo y es capaz de acudir
de nuevo a la consulta. Pueden ser eficaces:
• Técnicas de relajación.
• Técnicas de desensibilización sistemática (expresión y
control gradual de los estímulos ansiógenos) y técnicas de
afrontamiento efectivo.
Muy indicadas en caso de que hayan aparecido síntomas fóbicos
leves. Durante estas técnicas no deberían utilizarse benzodiacepinas. A
lo sumo, si fueran necesarias, no deberían sobrepasar los 5 mg de
Diacepam, 1 mg de Alprazolan o 1 mg de Lorazepan (o dosis
equivalentes de otros fármacos). Además, en estos casos, las sesiones
deberían realizarse lo más alejadas posible de la toma, al menos 6-8
horas. No va a influir en la eficacia de las técnicas la toma de
antidepresivos tricíclicos o ISRS.
• Psicoterapia individual de apoyo (derivación a Psicología).
• Tratamiento cognitivo-conductual (derivación a Psicología
o a Psiquiatría).
En Atención Primaria, en el caso de la mayoría de los pacientes con
unos determinados criterios de inclusión (por debajo de 40-45 años, con
nivel cultural mínimo de estudios secundarios o similares, con un grado
de motivación medio y dispuestos a ser tratados) para un seguimiento
en la consulta se puede intentar realizar:
• Intervención individual.
• Intervención en grupos.
En este caso las sesiones se dividirán en:
Una 1ª sesión (30 minutos). Se incluirá Información sobre la
enfermedad. Se pueden realizar técnicas de relajación rápida y técnicas
urgentes para salir adelante.
Pasados 20 días, 2ª sesión (25 minutos): Realización de técnicas de
autoinstrucciones.
Pasados 20 días, 3ª sesión (25 minutos): Se realizará una revisión y
prevención de recaídas.
Pasados 6 meses, 4ª sesión (30 minutos): Se realiza una revisión de
resultados.

7.5. Criterios de derivación al hospital


1. Trastornos agorafóbicos acompañantes.
2. Trastorno obsesivo-compulsivo.
3. Trastorno por estrés postraumático.

7.6. Diagnósticos de enfermería


Para elaborar alguno de los siguientes juicios clínicos enfermeros es
necesario considerar, en primer lugar, que hay seguridad de que la
ansiedad no es una manifestación de otro problema o diagnóstico, y en
segundo lugar, que se tiene en cuenta que la enfermera posee plena
facultad y autonomía para actuar sobre las causas o factores relacionados.
Algunos de los Diagnósticos de enfermería que se pueden emitir en la
urgencia son:
• Ansiedad
• Temor
• Impotencia
• Desesperanza
• Afrontamiento ineficaz
• Deterioro de la adaptación
• Patrón respiratorio ineficaz
Cada uno de los diagnósticos puede tener una o varias de las
manifestaciones clínicas siguientes:
- Expresión de preocupaciones debidas a cambios en
acontecimientos vitales.
- Expresión de incapacidad para afrontar la situación o para pedir
ayuda.
- Conducta destructiva hacia sí mismo o hacia los demás.
- Expresiones fisiológicas o conductuales de ansiedad.
- Empleo de formas de afrontamiento que impiden una conducta
adaptativa.
- Abuso de agentes químicos.
- Informe de aprensión, terror, pánico, etc.
- Conductas de evitación o ataque.
- Relaciones interpersonales conflictivas.
- Ideación suicida.
- Lenguaje verbal o corporal amenazante.

7.7. Objetivos terapéuticos del plan de cuidados


La persona:
• Identificará factores (ambientales, fisiológicos o psicológicos) que le
ocasionan ansiedad o estrés.
• Informará de los principales síntomas secundarios a las situaciones
de ansiedad.
• Reconocerá sus propios síntomas o manifestaciones de estrés y las
posibles causas.
• Aumentará el sentimiento de control sobre los problemas o
situaciones estresantes.

7.8. Actividades de enfermería


• Se apoyará en las técnicas de afrontamiento que hayan sido útiles en
alguna ocasión o se intentará con aquellas que no se hayan
empleado. En todo caso se marcarán objetivos fácilmente
alcanzables para ir reforzando los logros.
• En caso de riesgo de autolesión o suicidio, extremar la vigilancia,
atención a sus mensajes tanto verbales como no verbales, supervisar
la toma de tratamiento pautado, etc.
• Identificar los desencadenantes de esta situación.
• Utilizar las técnicas apropiadas tanto para las manifestaciones de
ansiedad y temor, como para la adquisición de habilidades para
afrontar los desencadenantes.
• Canalizar la tensión hacia los ejercicios de relajación, técnicas de
respiración, etc.
• Según el origen de la ansiedad aplicar los métodos apropiados en
colaboración con otros miembros del equipo.

7.9. Intervenciones según la taxonomía NIC


• Disminución de la ansiedad (5820).
• Aumentar la seguridad (5380).
• Técnicas para calmar (5880).
Otras intervenciones posibles desde la taxonomía NIC:
• Apoyo emocional (5270).
• Reestructuración cognitiva (4700).
• Terapia de relajación simple (6040).
• Control de la conducta (4350).
• Control de la conducta: autolesión (4354).

CRISIS DE ANGUSTIA

La ansiedad supone un estado de alerta y activación frente a amenazas
físicas o psíquicas que posibilita respuestas para enfrentarse o defenderse
de ellas.


Se trata de un proceso necesario cuando se presenta en cierto grado, ya
que permite a las personas mantenerse alerta.


El nivel patológico de la ansiedad aparece cuando la persona tiene un
nivel ansioso tal que le impide desarrollar sus actividades de la vida diaria,
mermando sus funciones vitales y produciendo alteraciones en sus patrones
de seguridad y de relación.


Es por este componente afectivo básico subjetivo que tiene la ansiedad,
por lo que se presenta muchas veces, por parte de los profesionales
sanitarios una interpretación de este síntoma (la ansiedad) en el marco de
la urgencia, como un componente secundario a cualquier otro motivo
aparente de consulta.


Sin embargo, la ansiedad tiene también una entidad propia clínico
nosológica, cuya forma aguda o paroxística, conocida como crisis de
angustia (crisis de pánico desde DSM-IV) tiene interés en situaciones de
urgencia por su frecuencia y también por su relativamente sencilla
identificación.

6.1. Etiología


Los patrones de ansiedad están producidos por una interacción de
factores biológicos, psicológicos y sociales:
F. biológicos
1. Carga genética de primer grado.

2. Antecedentes de trastorno de ansiedad en la infancia.

3. Comorbilidad con patología psiquiátrica (depresión, esquizofrenia,
drogodependencia, etc.)

4. Patología orgánica (hipertiroidismo, feocromocitoma,
hipoglucemia, etc.).

5. Vulnerabilidad asociada a determinados estresores (por ejemplo,
sustancias estimulantes).

6. Variables ambientales de estrés. Éstas pueden ser:
A. Entorno físico
Entre los grupos de estresores más comunes al que tiene que
enfrentarse la persona se encuentran el ruido, la temperatura, las
condiciones de luz y ventilación, los espacios y las catástrofes
naturales.
B. Entorno sociocultural

Actualmente se consideran como factores altamente estresantes
los derivados de las relaciones interpersonales, especialmente cuando
éstas van unidas a actitudes de intimidación, acoso, falta de respeto y
violencia.
Entre las características generales que hacen que una situación se
perciba como un estresor podemos destacar:
• Cambio o novedad
Cuanto más inesperado es el cambio, más estresante. Si
además no se dispone de información al respecto para poder
elaborar una idea y preparar alternativas para responder, más
estresante se percibirá la situación. Por ejemplo, pérdida de
conocimiento en un familiar.
• Incertidumbre
Aquellas situaciones en las que todo puede pasar (lo bueno y
lo malo) generan más ansiedad que aquellas en la que es
posible predecir con un mínimo de certeza qué es lo que puede
ocurrir. En este sentido, las situaciones ambiguas suelen ser
muy estresantes. Por ejemplo, en el caso anterior y tras ser el
familiar conducido al hospital, los médicos informan que “no
saben a qué es debido, hay que esperar a la evolución”.
• Inminencia
Hace referencia al intervalo que ocurre desde que se predice
un acontecimiento hasta que ocurre. Generalmente, cuanto más
inminente es el acontecimiento, más estresante es percibido,
especialmente si puede conllevar consecuencias negativas para
la persona. Por ejemplo, continuando con el caso anterior,
muerte casi inmediata de la persona. Suele ser más estresante
que si está unos días en coma y los familiares pueden ir
elaborando la idea de pérdida posible.
• Duración
En líneas generales, cuanto más duradera es una situación
percibida como desbordante, más consecuencias negativas
tendrá para la persona. Desde esta perspectiva, la cronicidad de
situaciones o acontecimientos negativos (enfermedad, pobreza,
malos tratos, etc.) es percibida como una de las mayores
fuentes perpetuantes de estrés.
• Falta de habilidades
El tener que enfrentarse a una situación para la que no se
dispone de pautas de conducta eficaces, implica sentimientos
negativos (inutilidad, indefensión, etc.) que hacen la situación
más estresante. Por ejemplo, tener que cuidar de un familiar y
no saber exactamente qué y cómo hacerlo.
F. Psicosociales
1. Temor al rechazo y a la desaprobación.
2. Baja autoestima.
3. Poca tolerancia a la frustración.

6.2. Epidemiología


Se calcula que entre un 7-8% de la población presenta trastornos de
ansiedad.
Es necesario destacar que el caso más frecuente que aparece en
atención primaria es aquel sujeto en el que aparece un cuadro con mezcla
de síntomas ansiosos y depresivos. Es lo que se denomina Trastorno
Ansioso-Depresivo. Existen numerosos instrumentos de entrevista clínica
orientativa (Zung Self-Rating Depresión Scale, Beck Depresión Inventoru,
etc) aunque una de las más útiles es la Escala de Ansiedad y Depresión de
Goldberg.

6.3. Sintomatología


Manifestaciones fisiológicas
Sistema cardiovascular:
Taquicardia, aumento de la tensión arterial, dolor precordial.
Sistema respiratorio:
Taquipnea o bradipnea, presión en el pecho, sensación de ahogo
y nudo en la garganta, jadeo.
Sistema neuromuscular:
Aumento de los reflejos, rigidez, temblor, inquietud, movimientos
torpes.
Sistema gastrointestinal:
Pérdida de apetito, repulsión hacia los alimentos, dolor o malestar
abdominal, náuseas, acidez, diarreas.
Sistema urinario:
Micciones frecuentes.
Sistema tisular:
Rostro sofocado (rubor facial), sudoración (sobre todo en palmas
de las manos), picor, escalofríos, etc.
Manifestaciones psíquicas:
- Miedo a perder el control.
- Anticipación del displacer.
- Sensación de catástrofe inminente.
- Pérdida de memoria reciente.
- Gran dificultad para concentrarse e incluso bloqueo del
pensamiento.
- Dificultad para tomar decisiones.
- Sobrerreación a estímulos.
- Preocupación por el futuro.
- Posibilidad de despersonalización o desrealización.
- Sensación de culpabilidad.
- Bajo estado de ánimo.
- Desesperanza.
Manifestaciones conductuales:
- Inquietud y movimiento continuo o repetitivo.
- Inactividad con apatía y desinterés por el entorno.
- Conductas de evitación.
- Tartamudeo.
- Mirada huidiza.
- Inhibición o reacción de hostilidad.

6.4. Formas clínicas


A. Trastornos fóbicos.
B. Trastornos de pánico (crisis de ansiedad).
C. Trastorno de ansiedad generalizada.
D. Trastorno obsesivo-compulsivo.
E. Trastorno reactivo a estrés.
F. Hipocondriasis.

CONDUCTA SUICIDA

El suicidio en varones aumenta con la edad, alcanzando su punto
máximo a los 75 años, sin embargo, en las mujeres, la mayor incidencia
está entre los 55-65 años. La relación en género de intento suicida es
superior en mujeres, en una proporción de 4:1. Sin embargo, los hombres
consuman el suicidio mayormente con respecto a las mujeres, siendo la
proporción de 2-3:1.

5.1. Etiología


Freeman y Reinecke (1995) señalan, en su modelo cognitivo, tres
factores comunes que implican un mayor riesgo de cometer una conducta
suicida:


1) La impulsividad conductual: tendencia a no anticipar la relación
actos-consecuencia.
2) Pobreza en la capacidad de resolución de problemas: el intento de
suicidio crónico y repetitivo se relaciona con una baja capacidad para
elaborar, evaluar y poner en práctica soluciones alternativas.
3) La existencia de esquemas y significados personales idiosincrásicos
del paciente sobre sí mismo, el mundo y su futuro personal.
A estos tres factores se les puede asociar otros de tipo situacional como
por ejemplo, las características socioeconómicas, las enfermedades
crónicas o dolorosas, las situaciones de soledad, etc.

5.2. Valoración de la conducta suicida


Podemos evidenciar en el sujeto reactividad emocional, encontrándonos
normalmente estados que van desde la marcada labilidad emocional, a la
poca o nula expresividad de sentimientos.


Se evidenciarán cambios en la imagen corporal, deterioro físico,
intelectual o pérdida de la funcionalidad o movilidad, que harán que la
persona sienta que no sirve para nada y por tanto no merece vivir. La
actitud frente al propio cuerpo puede ser desde el rechazo total a la
ignorancia.


La descripción que harán de ellos mismos será muy negativa con una
tendencia a verse inútiles e incapaces de nada.

5.3. Tratamiento en la conducta suicida


Las intervenciones con los sujetos suicidas deben focalizarse en 7
grandes ideas:


1. Evaluar el riesgo, las razones y motivaciones del intento suicida.
2. Evaluar el estado de ánimo y desesperanza.
3. Evaluar la presencia de trastornos psiquiátricos y de
enfermedades orgánicas.
4. Evaluar la presencia de conflictos y recursos, relaciones del
paciente y otros estresores desencadenantes.
5. Evaluar las normas de intento suicida y sus carencias
conductuales del intento suicida.
6. Reestructurar las cogniciones y significados suicidas.
7. Incrementar las habilidades conductuales de afrontamiento de
problemas del sujeto.

5.4. Criterios de ingreso hospitalario


1. Trastorno psiquiátrico severo.
2. Intento de suicidio grave.
3. Intentos de suicidio repetidos o historia reciente de conductas
autolíticas graves.
4. Riesgo de suicidio inminente.
5. Plan suicida claramente letal.
6. Expresión de decidida intención autolítica.
7. Incremento en la gravedad de los pensamientos suicidas.
8. Intoxicación por fármacos o drogas de abuso (hasta nueva
valoración).
9. Fallo en la respuesta a la intervención en crisis.
10. Incapacidad del profesional sanitario para manejar la situación.
11. Circunstancias sociales de alto riesgo.
5.5. Diagnósticos de enfermería en la conducta suicida
• Afrontamiento individual inefectivo

5.6. Plan de cuidados en la conducta suicida


a) Objetivos de enfermería
• Se evitará el riesgo de daño auto inflingido.
• El sujeto manifestará un fomento de la confianza.
• El sujeto evaluará la gravedad de la ideación, los intentos y planes
suicidas.
• El sujeto explicará otras alternativas más adaptativas como
solución a sus problemas.
b) Actividades de enfermería
• Acción inmediata y continua que asegure la integridad física del
sujeto a través de la retirada de objetos de riesgo autolítico, y de la
observación del estado del sujeto.
• Escucha activa y con interés del sujeto, a la vez que se le facilita la
libre expresión de emociones para detectar posibles ideas suicidas
y la evolución de las mismas.
• Reforzar las conductas adaptativas para resolver los problemas.
• Asegurar la ingesta medicamentosa.
• Ayudar al sujeto a comprender la crisis suicida y a reinsertarse de
forma más adecuada a su medio social.

AGITACIÓN PSICOMOTRIZ

La agitación psicomotriz supone un estado de exaltación motora
(inquietud, gesticulación, deambulación, etc.) compuesto de movimientos
automáticos o intencionales, pero que en general carecen de un objetivo
estable común; va acompañado, además, de un estado afectivo alterado,
ansiedad, cólera, pánico o euforia, según los casos, y puede haber
desinhibición verbal y asociaciones laxas.


Todo ello, comporta potencialmente un peligro, tanto para el enfermero
como para las otras personas y el entorno, ya que la conducta puede ser
impulsiva, negligente, desordenada o arriesgada.


La agitación es un síndrome que puede ser debido a distintas causas:

Etiología Orgánica
Tóxicas
Alcohol, fármacos con actividad anticolinérgica (p.ej: atropina,
antiparkinsonianos, antidepresivos, antihistamínicos), digitálicos,
corticoides, lidocaina, ansiolíticos, etc.
Metabólicas
Encefalopatía hepática, uremia, hipoglucemia, hiponatremia, hipo e
hipermagnesemias, hipo e hipercalcemias, acidosis, hipoxia,
hipercapnia, fiebre, deshidratación, enfermedades endocrinas (hipo e
hipertiroidismo, Cushing, Addison), etc.
Neurológicas
Convulsión postconvulsiva en epilépticos, traumatismo craneal
(vigilar hematoma subdural), anoxia cerebral (por ejem. tras paro
cardíaco), infecciones intracraneales (comprobar meningismo), ACV
y encefalopatía hipertensiva.


Etiología Psiquiátrica
En este caso el paciente estará alerta y orientado, sin alteración de la
conciencia.
Se pueden distinguir dos tipos de agitación psiquiátrica:
a) Agitación psicótica
Se produce una pérdida del juicio de realidad, una desconexión de su
propia realidad para con los demás (por ejemplo con ideas delirantes
paranoides).
b) Agitación no psicótica
No se produce una pérdida grave del contacto con la realidad. Entre
ellas, destaca la crisis de angustia (ataques de pánico).
Etiología Situacional-Reactiva
Resulta difícil encontrar agitaciones situacionales puras, ya que con
frecuencia hay factores predisponentes psicopatológicos u orgánicos.
Pueden aparecer, sin embargo, cuadros de agitación ante situaciones
catastróficas que suponen una amenaza grave para el individuo o sus
allegados (accidentes, muerte súbita de familiares –por ejemplo, hijos
menores-, o también ante situaciones de relativa desconexión sensorial,
como ocurre tras las intervenciones oftalmológicas o en las UCI.
La determinación de la causa de la agitación es básica para su
tratamiento. Por ejemplo, ante un paciente que sufre alucinaciones visuales,
se buscará en primer lugar consumo de tóxicos o alteraciones somáticas, y
no esquizofrenia paranoide.
Por ello, la valoración continua de enfermería es esencial en este
proceso, constituyendo una de las principales contribuciones a la labor del
equipo terapéutico


 

4.1. Plan de actuación


Primer paso


Aplicar medidas de seguridad adecuadas para controlar en lo posible los
peligros que pudiera correr el paciente, el personal que lo cuida o la sala
donde se encuentra.


Segundo paso
a) Valorar la presencia de signos somáticos de riesgo vital que
requerirían intervención más o menos inmediata (p. ej. cianosis, arritmias,
anoxia, anafilaxia, hipoglucemia, etc.).
b) Debe hacerse una exploración neurológica y psiquiátrica que
informe sobre orientación y atención, presencia de delirios y alucinaciones y
del estado afectivo.
c) Es de gran importancia contar con la información de personas
allegadas al paciente.
d) Durante la valoración, en la entrevista debemos considerar dos
componentes:
- Actitud tranquilizadora.
Encaminada a absorber el temor y ansiedad del enfermo (p. ej.
informarle de lo que le ocurre y lo que se está haciendo o de dónde
está, si ello procede, etc.)
- Actitud firme y segura.
Válida tanto para marcar límites a la conducta del enfermo como
para darle una referencia externa de seguridad y de orden en un
momento en el que él solo no puede conseguirla.


 

4.2. Tratamiento


Los antipsicóticos son el tratamiento farmacológico de elección y están
indicados cuando aparece sintomatología que implica trastorno de la
percepción (alucinaciones) o del contenido del pensamiento (delirios).
Puede ser prescrito por el médico, el haloperidol, que tiene una
cardiotoxicidad ínfima; las dosis recomendadas son de 1,5 a 2 mg (15-20
gotas) cada 6 u 8 horas, pudiendo llegar a 30-40 mg/día en agitaciones
graves (6 u 8 ampollas-cada una contiene 5 mg-al día).
Las benzodiacepinas estarán indicadas como primera elección en los
casos en los que no hay sintomatología psicótica, predominando por otro
lado manifestaciones ansiosas como las crisis de pánico.
Por vía parenteral, en agitaciones graves, se usa el cloracepato a dosis
de 25-50 mg (1/2 ó 1 inyectable) IM o bien flunitracepam a dosis de 2-4 mg
(1 ó 2 ampollas) IM.


Valoración
Escuchar y mostrar interés.
No emitir juicios.
Evitar la mirada fija.
Tratar de no distanciarse del paciente.
Silencios terapéuticos.
Algoritmo 1. Actuación ante un individuo agitado.


 

4.3. Criterios de derivación para ingreso hospitalario


a) Presencia de trastorno crítico somático que está actuando como
agente causal del cuadro y no se puede controlar ambulatoriamente.
b) Agitaciones psicóticas en forma, más frecuentemente, de brotes
esquizofrénicos o en fases maníacas. Ocasionalmente puede
intentarse un control ambulatorio si la familia acepta la responsabilidad
del control de la medicación y de la conducta del enfermo.


 

4.4. Agitación psicótica


La agitación psicomotriz de causa psiquiátrica con componente psicótico
puede ser tremendamente brusca; se va a producir en pocas horas o, más
habitualmente, a lo largo de algunos días.
Las conductas inapropiadas o extravagantes provocadas por
alteraciones de la percepción o por contenidos delirantes del pensamiento
son manifestaciones clínicas inmediatas.
El juicio de la realidad del sujeto se va a perder, disociándose en una
situación de nula conciencia de enfermedad, un nuevo “estar en el mundo”.
Si no disminuye la agitación
Administración de medicación (Contención química)
Si no disminuye la agitación
Contención mecánica


Los episodios agudos o “brotes” pueden aparecer en cualquier momento
de la vida del sujeto, sin que pueda predecirse. La mayor o menor aparición
de brotes es un factor indicativo de pronóstico de la enfermedad.


4.4.1. Valoración de la agitación psicótica
Es posible recibir a un sujeto con agitación psicótica que pierde la
orientación tempero-espacial (a veces aparecen en un hospital a cientos de
kilómetros de su casa y no saben cómo han llegado) e incluso de su
orientación personal. No saben quién son, no recuerdan su nombre, edad,
no recuerdan a su familia más cercana, etc.
Las alucinaciones son percepciones sin objeto real. El sujeto tendrá la
convicción absoluta de la realidad de su percepción, sin un control
voluntario sobre ellas, lo que le lleva a variar su conducta de modo que ésta
se convierte en una consecuencia de la experiencia alucinatoria.
Existen distintos tipos de alucinaciones, según el órgano sensorial a
través del que se perciba erróneamente: alucinaciones auditivas
(generalmente voces), visuales, olfatorias, gustativas, táctiles, e incluso
somáticas (sensación falsa de que algo le sucede al organismo,
normalmente en vísceras).


Las alucinaciones (alteración de la percepción) pueden evidenciarse
observando en el sujeto:
• Hablar solo.
• Actitud de escucha.
• Se tapan los oídos con las manos.
• Ponen música con volumen alto.
• Actitud de oler algo.
• Risas o enfados por un motivo inexistente para el resto.
• Intentan quitarse algo del cuerpo.
El papel de la enfermería es esta situación es destacado, ya que un
manejo adecuado de los problemas consecuentes a la alucinación puede
suponer una gran diferencia en el abordaje del equipo sanitario, tanto
médico especializado como psiquiátrico en particular.
En cuanto a las alteraciones del contenido del pensamiento, los delirios
son la sintomatología más frecuente y adoptará distintas temáticas que
conllevan a diferentes comportamientos (delirio de perjuicio, de
persecución, celotípico, megalomaníaco, místico, etc.).
También se verá afectada la alteración del curso del pensamiento dando
lugar a incoherencia y disgregación en el lenguaje. Además, puede
aparecer taquipsiquia con fuga de ideas, o por el contrario, bradipsiquia e
incluso inhibición y mutismo.


4.4.2. Tratamiento de la agitación psicótica
Farmacológico:
1. Neurolépticos orales e inyectables.
2. Ansiolíticos.
3. Hipnóticos.


 

4. Antidepresivos.


Actúan produciendo un bloqueo de los receptores dopaminérgicos
apareciendo una sedación con disminución de la ansiedad y de la
agitación psicomotriz. Fundamentalmente reducen los delirios y las
alucinaciones (síntomas positivos).
Los antipsicóticos están clasificados en:
• Típicos o clásicos
Son los primeros fármacos que aparecieron para el tratamiento de
estos sujetos con esquizofrenia. Actúan sobre los síntomas positivos
pero poco sobre los negativos (apatía, anhedonia, abulia, alogia).
Producen una sedación excesiva entre otros múltiples efectos
secundarios.
Destacan:
Haloperidol.
Zuclopentixol (Cisordinol ® ó Clopixol®).
Clorprozamina (Largactil®).
Clotiapina (Etumina®).
Levopromacina (Sinogan®).
Tioridacina (Meleril®).
• Atípicos
Son más recientes y tienen mayor eficacia y menos efectos
secundarios.
Destacan:
Clozapina (Leponex®).
Risperidona (Risperdal®).
Olanzapina (Zyprexa ®).
Quetiapina (Seroquel®).
Ziprasidona (Zeldox®).
Técnicas terapéuticas
Que van encaminadas a trabajar entre otros aspectos la conciencia de
enfermedad, el manejo de la sintomatología, la adherencia al
tratamiento, evitación de recaídas y la mejoría en las relaciones
familiares y sociales:
1. Psicoterapia individual de apoyo.
2. Psicoterapia de grupo.
3. Psicoeducación.
4. Terapia familiar.
5. Planificación de rehabilitación y reinserción social tras recaídas.
4.4.3. Diagnósticos de enfermería en la agitación psicótica
• Trastorno de la percepción sensorial
• Trastorno de los procesos del pensamiento


4.4.4. Plan de cuidados en la agitación psicótico


a) Objetivos de Enfermería
El sujeto:
• Manifestará una reducción de los síntomas positivos.
• Mantendrá su estado físico óptimo, en función de sus características
articulares; se lograrán unos niveles de hidratación y nutrición
adecuados.
• Experimentará los fenómenos psicóticos sin aumento de la ansiedad,
agresividad o emociones negativas.
• Se mantendrá libre de lesiones por negligencia o confusión.
• Se favorecerá el bienestar físico y psicológico del sujeto.
b) Actividades de Enfermería
• Favorecer un ambiente tranquilo y relajado e identificar qué
agentes externos favorecen la aparición de alteraciones
sensoperceptivas para disminuirlos en la medida de lo
posible.
• Orientar en la medida de lo posible al sujeto en persona,
espacio y tiempo, llamándolo por su nombre.
• Ayudarle a identificar personas de referencia, familia o
personal sanitario.
• Adecuar el entorno a la seguridad del sujeto.
• Si hay ideas delirantes, expresar la propia percepción de la
realidad, sin entrar en discusión ni crítica con sus ideas.
• Valorar y respetar los límites de su espacio físico.
• Dar instrucciones sencillas, cortas y concretas para realizar
actividades.
• Favorecer, si procede, la expresión de emociones y
sentimientos.
c) Intervenciones enfermeras según la taxonomía NIC
Manejo de las alucinaciones (6510).
Manejo de las ideas delirantes (6450).
Apoyo emocional (5270).

INTERVENCIÓN ANTE LA URGENCIA PSIQUIÁTRICA

3.1. Triage


Siguiendo un esquema propio de las urgencias, la primera fase de la
intervención se denomina triage; etapa en la cual se deben identificar
rápidamente la presencia de problemas que puedan ser amenazantes para
la vida del paciente.
En este primer paso se debe determinar si existe alguna enfermedad o
circunstancia que pueda resultar mortal y si existe un riesgo elevado de
violencia. Una vez que la seguridad del paciente, familiar, otros pacientes y
el personal está a salvo, se puede proceder a las etapas sucesivas.
En esta etapa, fundamentalmente se deben destacar o identificar tres
cuadros principales:
• Conductas de agitación y amenaza.
• Conductas autodestructivas.
• Problemas médicos graves.
La conjunción de problemas médicos graves con algún otro de los
cuadros va a requerir un plan de disposición inmediato. Por ejemplo, si se
aprecia un cuadro confusional asociado a insuficiencia respiratoria aguda,
es más importante remitir al paciente a una unidad donde pueda ser tratado
del problema respiratorio, que hacer una exploración psicopatológica más
prolongada.


3.2. Valoración


Valoración biológica
Es totalmente indispensable ante cuadros de delirium o de psicosis
agudas sin antecedentes psiquiátricos previos.
5
Debe practicarse una exploración neurológica ante la presencia de algún
signo de organicidad cerebral, como obnubilación, afasia, disartria, ataxia,
etc.
Valoración social
Es fundamental para el buen manejo del paciente y de los posibles
planes de cuidados conocer las circunstancias del entorno del paciente. Se
deberá averiguar el ambiente en el que se ha producido la emergencia, la
existencia de factores precipitantes, la identificación de quién ha solicitado
la visita y saber si viene solo o acompañado.
Es esencial conocer cuál es la opinión de los acompañantes respecto a
un posible ingreso, ya que hay pruebas de que existe una alta coincidencia
entre el plan disposicional (destino) del paciente y la opinión que tenía la
familia o acompañantes al respecto (Tischler, 1966; Rose, Hawkins y
Apodaca, 1977).
Una vez realizado este proceso de valoración, el profesional sanitario
tendrá que ser capaz de responder a cuatro preguntas o estimaciones muy
concretas y necesarias:
1. Grado de riesgo de autoagresividad y/o heteroagresividad.
2. Grado de implicación de factores orgánicos.
3. Grado de predominio de síntomas e interacciones entre ellos
(síndromes).
4. Reacción que puede suscitarse ante la prescripción terapéutica,
diagnóstico y disposición (tanto en el paciente como en los
acompañantes).


3.3. Plan de tratamiento


Aunque es en este momento cuando debemos considerar
individualizadamente a cada caso concreto, existen tres grandes aspectos
comunes que debemos tener en cuenta:
1. En situaciones de riesgo, habrá que tomar decisiones oportunas y
rápidas, que pueden ir desde indicar compañía y vigilancia
permanente al paciente, a aislamiento del medio familiar, e incluso
sujeción mecánica si existe la posibilidad.
2. Considerar la puesta en marcha de las actividades enfermeras
correspondientes según el tratamiento farmacológico o psicológico
prescrito.
6
3. Considerar el conjunto de decisiones que se requieren para resolver
una situación clínica. En síntesis, la conducta clínica (conjunto de
decisiones sobre las intervenciones a seguir) es la que responde a la
pregunta de ¿qué conducta seguir ante este caso?.
En la mayoría de casos de urgencia psiquiátrica, la información y el
apoyo familiar pueden resultar sumamente determinantes de la solución que
se pueda dar al caso.


3.4. Plan disposicional


En esta etapa se deben responder dos preguntas:
La primera es dónde se remite al paciente tras la evaluación.
Lógicamente, puede remitirse al domicilio, o bien a alguna institución ya sea
psiquiátrica o no.
La segunda va a ser quién se hace cargo del caso, lo cual puede ser
casi rutinario si el paciente ingresa en un hospital, pero bastante más difícil
si el paciente no ingresa.

CONSIDERACIONES LEGALES EN LA PRÁCTICA ENFERMERA EN SALUD MENTAL

Como primera norma general, es muy importante durante la atención a 

un paciente con una urgencia de Salud Mental el registrar, escribir y hacer 

constar todos los pasos e intervenciones terapéuticas o cuidados aplicados 

que puedan suponer posibles implicaciones legales. 

 

Un claro ejemplo puede ser la administración de medicación a través de 

una orden telefónica. Deberemos anotar en las hojas de tratamiento y en las 

observaciones de enfermería, todo lo prescrito, por quién y cuándo (hora, 

fecha) lo ha prescrito, haciendo que  posteriormente sea firmado por el 

proscriptor. 

 

Otro ejemplo sería el de cualquier hecho o situación conflictiva y/o 

problemática, la cual deberá quedar reflejada por escrito, firmada y 

localizada en el momento y registrada en las observaciones de enfermería y 

en las hojas de evolución del paciente. 

 

Se da por supuesto que en todo caso, todas las hojas de registro deben 

de estar debidamente identificadas: nombre del sujeto, médico y enfermera 

responsable, actuaciones y planes realizados y firma de las observaciones 

de enfermería. 

 

Las obligaciones legales del profesional sanitario son: 

 

 

• Comparecer ante la justicia cuando se es citado. 

• Testificar sobre las actuaciones profesionales, oralmente o 

por escrito, cuando lo requiera un juez, pero con el máximo 

respeto posible a la confidencialidad. 

• No divulgar a terceras personas lo conocido en la actividad 

profesional. 

• No aportar informes a personas distintas del titular del 

derecho a la información. 

• Realizar los informes periciales, cuando se ha sido 

legalmente requerido, con veracidad y objetividad. 

• Adoptar las medidas preventivas y terapéuticas adecuadas 

(internamiento involuntario, contención mecánica, solicitud 

de incapacitación) cuando el cuadro clínico lo requiera, con 

especial atención a pacientes suicidas o violentos. 

• Respetar la autonomía del  paciente, su derecho a la 

información, y su derecho al consentimiento informado de 

acuerdo a lo establecido en la Ley Básica 41/2002. 4

Existen dos excepciones fundamentales a la obligatoriedad del 

consentimiento informado: 

 

1. Cuando esta información pueda dañar al paciente o ser 

antiterapéutica. En este caso, será necesario informar a los familiares. 

 

2. Por razones de urgencia, que es el tema que nos ocupa

Urgencia en salud Mental: Introduccion

La visita urgente a un dispositivo de urgencias, bien sea un hospital o un
centro de salud, no supone, en un gran número de casos, la existencia de
una enfermedad grave o enfermedad  vital, sino un abanico de
circunstancias que abordan al sujeto  y que van desde inseguridad, miedo,
ignorancia, ineficacia en los autocuidados o ineficacia del apoyo del entorno
social y/o familiar.
La conjugación de estos elementos sociales con un cuadro clínico se
hace claro exponente cuando hablamos de una urgencia psiquiátrica.
En un primer lugar, se puede definir urgencia psiquiátrica como aquella
situación en la que unos síntomas  psicopatológicos o un trastorno de
conducta (ambos con sus dimensiones objetivas y subjetivas) son
percibidos como perturbadores o amenazantes por el propio individuo, la
familia u otros elementos sociales, de modo que llegan a producir una
solicitud de atención psiquiátrica urgente.
Este modelo de definición médico-institucional se enlaza con el modelo
de  intervención en crisis, que supone una segunda forma de definición  y
que tiene un enfoque más psicosocial, poniendo el énfasis en la
identificación de los factores precipitantes del cambio o crisis del individuo y
consecutivamente en la elaboración psicológica por parte del mismo del
impacto inicial que conducirá a una ruptura transitoria o definitiva del
equilibrio inicial.
Según este segundo modelo de definición, en la medida que trata con
factores desencadenantes y factores de riesgo, el paciente puede
“adelantarse” y prevenir la presunta crisis evitando que ésta se produzca.
Patrones Funcionales  Causa de la alteración
Percepción-mantenimiento de la salud  Intoxicación por tóxicos
Eliminación  Retención urinaria s/a fármaco
Actividad-ejercicio  Crisis de agitación
Sueño-descanso  Somnolencia, insomnio
Rol-relaciones  Agresiones personales
Cognitivo-perceptual  Confusión, desorientación
Autopercepción-autoconcepto  Ideas autolíticas
Tabla 1. Patrones funcionales de salud alterados en una intervención en
crisis.